Mauricio Betancourt
Rectoría
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 art46 01

No recuerdo quién dijo que la poesía es el arte más elevado debido a que es la disciplina más intelectual que puede haber. Paradójicamente, el tema de la educación no ha sido uno de los asuntos evidentes en la poesía mexicana, como si se diera por hecho que cada poema es en sí un vehículo educativo, una forma de aprendizaje (en el fondo lo es).

Cada poema nos enseña, nos muestra y aprendemos algo distinto en él, por ejemplo, cómo ver las cosas esenciales, las cosas “simples” de manera distinta; o mejor dicho, de manera más profunda. “¿Qué es un caballo?”, le pregunta el severo maestro, Mr. Gradgrind1 a la “niña número veinte”, así dividían y clasificaban a los estudiantes en la era victoriana. La niña (cuyo padre trabaja como cuidador de caballos) es incapaz de responder. Gradgrind, molesto, dice: “Girl number twenty unable to define a horse! Girl number twenty possessed of no facts, in reference to one of the commonest of animals! Some boy’s definition of a horse. Bitzer, yours” (“¡La niña número veinte es incapaz de definir un caballo! ¡La niña número veinte no posee los datos sobre uno de los animales más comunes! Algún niño que defina a un caballo, ¡Bitzer!”).

“Quadruped. Graminivorous. Forty teeth, namely twenty-four grinders, four eye-teeth, and twelve incisive. Sheds coat in the spring; in marshy countries, sheds hoofs, too. Hoofs hard, but requiring to be shod with iron. Age known by marks in mouth” (“Cuadrúpedo. Graminívoro. Cuarenta dientes, específicamente veinticuatro muelas, muda de cascos, con cascos duros, se requiere cambiarlos con fierros. Su edad es revelada por marcas en su hocico”), responde el niño como autómata.

Gradgrind, satisfecho, le dice a la niña: “Now you know what a horse is!” (“¡Ahora sabes qué es un caballo!”) (Dickens, 1854). Así como Gradgrind cree que un caballo es solo eso, los enemigos de la lectura se conforman con definiciones superficiales, de “diccionario”, incapaces de profundizar en algún tema. La poesía es precisamente lo opuesto. En la tradición anglosajona, ha habido un esfuerzo por señalar la importancia explícita de la educación, pienso, por ejemplo, en Alexander Pope (1688-1744) que aborda el problema del aprendizaje en su poema célebre: A Little learning is a Dangerous Thing, que podría traducirse como “Un aprendizaje superficial es peligroso”. ¡Y vaya que sí constatamos esto cada día en las redes sociales! Sabio poema de Pope.

En cuanto a los nuestros, la preocupación por la enseñanza, el concepto del estudiante no ha sido necesario evidenciarlo en la labor poética. El problema de la educación, de la enseñanza-aprendizaje está latente en nuestros grandes poetas y aparecen de manera deslumbrante cuando menos lo esperamos. Tomemos a nuestra poeta mayor, Sor Juana (1648-1695), y su poema cumbre: Primero sueño.

Primero Sueño, obra maestra del culteranismo2, esa corriente promulgada por el poeta español Luis de Góngora (1561-1627), y que, si bien, es un gran poeta, nunca fue capaz de escribir algo tan deslumbrante y profundo como Primero sueño.

Innecesario decir que Primero sueño es un poema hermético, complejo, que requiere de múltiples lecturas para empezar apenas a atisbar el sentido del poema: la profundidad del pensamiento de Sor Juana, sus metáforas y símbolos deslumbrantes. Como se trata de un poema largo, solo abordaré aquí los primeros versos:

Piramidal, funesta de la tierra
nacida sombra, al cielo encaminaba
de vanos obeliscos punta altiva,

De entrada, el poema nos presenta retos importantes. Para Octavio Paz, que escribió un ensayo magnífico sobre Sor Juana (Paz, 1982), el concepto de “pirámide” y sus derivados, condensa una visión global sobre el sentido; y es un intento de comprensión del mundo, un vehículo para llegar al conocimiento, una escuela.

Llama la atención el énfasis a la oscuridad, a la noche, que aparece a lo largo del poema: “funesta”, “sombra”, “estrellas”, “tenebrosa”. Aventuro una hipótesis: la tranquilidad de la noche, su frescura, invitan a la reflexión, a esa sed de conocimiento que fue tan evidente en Sor Juana.

Con estos versos, Sor Juana empieza a desarrollar su tesis. Para mí, el tema principal de Primero Sueño (entre los varios temas que aborda) versa sobre el conocimiento, sobre cómo podemos acceder a él. Termina siendo una oda al aprendizaje, pero al mismo tiempo, es una batalla contra las fuerzas del mal, contra la ignorancia. Recordemos a Sócrates: “el hombre es malo por ser ignorante”. Lo vemos en la continuación:

escalar pretendiendo las estrellas; si bien sus luces bellas
esemptas siempre, siempre rutilantes,
la tenebrosa guerra
que con negros vapores le intimaba
la vaporosa sombra fugitiva
burlaban tan distantes,
que su atezado ceño
al superior convexo aún no llegaba
del orbe de la diosa
que tres veces hermosa con tres hermosos
rostros ser ostenta;
quedando sólo dueño
del aire que empañaba
con el aliento denso que exhalaba.

Sería una negligencia imperdonable hablar sobre otras alusiones que Sor Juana hace aquí y en el resto del poema: nuestro pasado prehispánico. Desde luego, la primera palabra del poema: “Piramidal”, refiere a Teotihuacán. ¿Cuántas veces nuestra poeta mayor visitó el sitio sagrado? No lo sé. Sí sé de su admiración por ese mundo místico. Recordemos que, para los mexicas, las victorias militares, la conquista de los pueblos rivales, eran simbolizadas por la construcción de obeliscos que se colocaban a la entrada del lugar conquistado. Estos versos reflejan una conquista heroica: la del cielo; por lo tanto, su vanidad: “vanos obeliscos”.

Por tratarse de un poema extenso, solo abordaré otros aspectos de este. Sor Juana no se detiene tan solo en nuestra mitología, sino que (gran conocedora) incluye las mitologías griega y romana. Por ejemplo:

Con tardo vuelo y canto, del oído
mal, y aun peor del ánimo admitido,
la avergonzada Nictimene acecha
de las sagradas puertas los resquicios,
o de las claraboyas eminentes
los huecos más propicios
que capaz a su intento le abren brecha,
[la avergonzada Nictimene…]
y sacrílega llega a los lucientes
faroles sacros de perenne llama
que extingue, si no infama,
en licor claro la materia crasa
consumiendo, que el árbol de Minerva
de su fruto, de prensas agravado,
congojoso sudó y rindió forzado.

Nictimene fue hija de Epopeo, rey de Lesbos, que la sedujo. A causa de su vergüenza huyó al bosque donde se negó a mostrar su rostro a la luz del día. Para ayudarla, Minerva la transformó en el búho nocturno que, con el tiempo, se convirtió en un símbolo generalizado de la diosa.

Y aquellas que su casa
campo vieron volver, sus telas hierba,
a la deidad de Baco inobedientes
-ya no historias contando diferentes,
en forma sí afrentosa transformadas–,
segunda forman niebla,
ser vistas aun temiendo en la tiniebla,
aves sin pluma aladas

Según Helena Beristaín (1988), las dos estrofas anteriores aluden a otras realidades exteriores al texto y a otros textos. Así, en este caso, se refiere a las doncellas de Tebas, aquellas que desobedecieron a Baco y fueron transformadas en murciélagos.

Más adelante nos encontramos con el leitmotiv del poema:

El sueño todo, en fin, lo poseía;
todo, en fin, el silencio lo ocupaba:
aun el ladrón dormía;
aun el amante no se desvelaba.

El sueño representa la creatividad y la inteligencia. Es decir, Primero sueño, es un elogio al pensamiento, a la búsqueda del conocimiento como se plasma a lo largo del poema:

Reducción metafísica que enseña
los erites concibiendo generales
en sólo unas mentales fantasías
donde de la materia se desdeña
el discurso abstraído,
ciencia a formar de los universales,
reparando advertido, con el arte el defecto
de no poder con un intuitivo conocer
acto todo lo criado,
sino que haciendo escala de en concepto
en otro va ascendiendo grado a grado,
y el de comprehender orden relativo
sigue necesitado
de él -del entendimiento
limitado vigor- que a sucesivo discurso
fía su aprovechamiento,
cuyas débiles fuerzas la doctrina,
con doctos alimentos va esforzando,
y el prolijo, si blando
continuo curso de la disciplina,
robustos le van alientos infundiendo,
con que más animoso
el palio glorioso
del empeño más arduo altivo aspira

El alma busca el conocimiento, y este se alcanza mediante el sueño, en la medida en que este la aparta de los sentidos y entra en estado de ponencia (Aristóteles, 1981). Según Méndez Plancarte (2004) al asunto en sí, la trama no es algo complejo: “Sencillísimo el núcleo germinal —a más no poder—, bien lo sintetizó el P. Calleja en aquel su mínimo apunte: ‘Siendo de noche, me dormí. Soñé que de una vez quería comprender todas las cosas de que el Universo se compone. No pude, ni aun divisas por sus categorías, ni aun sólo un individuo. Desengañada, amaneció y desperté’” (De la Cruz, 2004).

El final del poema de Sor Juana Inés de la Cruz nos argumenta de que el amanecer vence al sueño, a la noche y la armonía se recupera.

mientras nuestro Hemisferio la dorada
ilustraba del Sol madeja hermosa, que con luz judiciosa
de orden distributivo, repartiendo
a las cosas visibles sus colores
iba, y restituyendo
entera a los sentidos exteriores
su operación, quedando a luz más cierta
el Mundo iluminado y yo despierta.

Poema soberbio, lleno de alusiones mitológicas y filosóficas, de un amplio de recursos retóricos: metáfora, hipérbaton, contraste, paralelismo, etcétera, hacen a Primero Sueño uno de los grandes poemas de la historia.

Puede leerse completo en el siguiente enlace https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/primero%20sueno.pdf

 

Referencias

  • Aristóteles. (1981). Metafísica. Gredos.
  • Beristáin, H. (1988). Diccionario de retórica y poética. Porrúa.
  • Buxó, J. P. (1975). Muerte y desengaño en la poesía novohispana (Siglos XVI y XVII). Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM.
  • Buxó, J. P. (comp.). (1998). Sor Juana Inés de la Cruz y las vicisitudes de la crítica. Universidad Autónoma de México / Instituto de Investigaciones Bibliográficas.
  • Dickens, C. (1854), Hard Times.
  • Méndez-Plancarte, A. (2004). “Introducción. ‘El sueño’ de Sor Juana”. En: El sueño. Edición, introducción, prosificación y notas de Alfonso Méndez Plancarte. Universidad Nacional Autónoma de México, pp. VII-LXXIX.
  • Paz, O. (1982). Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. FCE.
  • Tapia-Méndez, A. (1993). Carta de Sor Juana Inés de la Cruz a su confesor. Gobierno de Monterrey.
  • Vargaslugo, E. (1993). México barroco. Hachette Latinoamérica.