Seguramente todos conocemos a alguien a quien recurrentemente le duelen las articulaciones. Las razones pueden ser bastas, sin embargo, una de las enfermedades que más afectan a la población de edad avanzada y, sobre todo, a las mujeres, es la artritis reumatoide (AR). Pero, ¿qué es la artritis reumatoide? Podemos definirla como una enfermedad crónica y autoinmune que se caracteriza por generar inflamación en las articulaciones; en las etapas avanzadas puede incluso destruir el cartílago y el hueso, ocasionando un daño irreparable.
Las manifestaciones clínicas mas recurrentes son: articulaciones hinchadas, calientes y con dolor, principalmente en las articulaciones pequeñas en las etapas tempranas. Cuando la enfermedad avanza se observa afectación en las rodillas, cadera, muñecas, entre otras. Una característica de esta enfermedad es que hay rigidez de las articulaciones por las mañanas o después de periodos de inactividad; además, se puede asociar al cansancio, la hipersensibilidad, la fiebre, entre otras.
Entendiendo a la artritis reumatoide (AR)
Para entender qué pasa en el cuerpo humano cuando una persona sufre de esta enfermedad, primero debemos saber que nuestro cuerpo está conformado por células, que son la entidad más pequeña que podemos definir como algo vivo, de tal manera que el conjunto de células forma tejidos y estos a su vez órganos. Por ejemplo, las neuronas son células que en su conjunto constituyen el sistema nervioso, donde el cerebro es tan solo una parte de él.
Ahora bien, existe un grupo de células que conforman el sistema inmunológico, este sistema es el encargado de proteger nuestro cuerpo contra microorganismos patógenos como lo son las bacterias, los virus, los hongos, entre otros. El sistema inmunológico está conformado por muchos tipos de células que cumplen distintas funciones; los macrófagos, por ejemplo, son los encargados de comerse a los patógenos. Los linfocitos “T” (existen diferentes tipos), en cambio se activan gracias a la ayuda de otras células del sistema inmune (como los macrófagos) y liberan citosinas, que son proteínas que ayudan a comunicarlas con otras células para que ataquen a los microorganismos invasores; es decir, reclutan a más células para luchar contra los microorganismos que amenazan a nuestro cuerpo. Entre las citocinas más estudiadas se encuentran: el factor de necrosis tumoral (TNF), la interleucina-1 (IL-1) y la interleucina-6 (IL-6), que son, en parte, responsables de la inflamación.
Otro tipo de células son los linfocitos B que son los encargados de producir anticuerpos, y no son otra cosa que proteínas que se unen específicamente a otras proteínas de los microorganismos invasores para que estos puedan ser atacados. Cuando estás células se reúnen en un sitio, como alguna articulación, y desatan todas las señales mencionadas, se le conoce como inflamación.
Es por esto que, en la artritis reumatoide, y en otras enfermedades autoinmunes, este tipo de células que se encargan de protegernos contra microorganismos extraños o intrusos, termina por reconocer el propio cuerpo como algo ajeno, lo que libera citosinas y recluta, por ende, diferentes células inmunológicas en las articulaciones. La liberación de estás y otras proteínas causa la muerte de otras células llamadas condrocitos, que son las que forman los cartílagos y nos ayudan a amortiguar las cargas en las articulaciones de nuestro cuerpo. Al morir los condrocitos se destruye el cartílago y sin cartílago que recubra el hueso, este también termina por exponerse, morir y destruirse a causa de la inflamación autoinmune; el daño es irreversible, lo que genera dolor y, por lo tanto, una incapacidad para moverse. En todo este proceso también se generan anticuerpos que se pueden detectar mediante análisis clínicos y nos ayudan a determinar si una persona tiene artritis reumatoide o no.
¿Cómo afecta la artritis reumatoide a nuestra población?
En México, según cifras de la Asociación Mexicana de Familiares y Pacientes con Artritis Reumatoide A.C. (AMEPAR): “Un estudio realizado por Peláez-Ballestas en el 2011 en 5 regiones de México con una muestra de 19,213 individuos, encontró que alrededor del 14% de la población de estudio padecía de alguna enfermedad reumática. Dentro de éstas, la AR tuvo una prevalencia de 1.6% dentro de la población de estudio”; además, de cada cuatro personas que la padecen, tres son mujeres; la población más afectada en AR pertenece a niveles socioeconómicos bajos; y el estado de Yucatán es quien tiene mayor tendencia. Sin embargo, en nuestro país “no [se] tiene un registro oficial de casos nuevos dentro de las Enfermedades Reumáticas ni de Artritis Reumatoide, por lo cual la información sobre incidencia, todavía hoy en día es muy limitada” (AMEPAR, s. f.).
A nivel mundial se estima que entre el 0.5 y el 1% de la población padece AR, dentro de estos pacientes las mujeres tienen mayor propensión a padecerla (hasta cuatro veces más que los hombres), mientras que en los adultos mayores de 60 años el riesgo de padecerla se incrementa al 2% (Scott et al., 2010). Los riesgos asociados a esta enfermedad no son solo el dolor y la destrucción de las articulaciones, quienes la padecen también presentan una mayor mortalidad asociada a infartos al corazón y están propensos a desarrollar hipertensión, diabetes, depresión, osteoporosis, entre otras comorbilidades. Aunque la AR es una enfermedad que aparentemente afecta mayormente a la población adulta también la pueden padecer personas jóvenes y puede ser común el inicio de los síntomas alrededor de los 45 años de edad.
Una de las consecuencias, a causa de la falta de movimiento y del dolor que causa la enfermedad, es que repercute en ámbitos no solo de salud sino también en sociales y económicos. Se ha visto que estos pacientes tienen una mayor dificultad de obtener empleo debido a que muchas veces deben permanecer en cama debido al dolor, lo que genera discapacidad; además, muchos de ellos requieren de adecuaciones especiales en su espacio de trabajo. Estos pacientes también sufren un mayor índice de divorcio, lo que repercute en aislamiento y depresión.
Económicamente, sabemos que el gasto del gobierno de Estados Unidos en la atención de pacientes con AR es alrededor de 19.3 mil millones de dólares, sin contar otros gastos asociados como el incremento de la mortalidad prematura y el deterioro de la calidad de vida. Por tal motivo es necesario atender a nuestra población con este padecimiento, con la finalidad de prevenir el avance de la enfermedad y evitar las complicaciones que se derivan de ella. Por desgracia, en nuestra sociedad la AR afecta a población vulnerable económicamente hablando: a quienes no pueden pagar los tratamientos y mucho menos las consultas de especialistas privados, por ello, es necesario tener programas sociales que ayuden a este tipo de pacientes.
¿Por qué se manifiesta la artritis reumatoide?
Alrededor del mundo existen muchos científicos que tratan de entender esta enfermedad y buscan curas para ella, hasta el momento se desconocen las causas específicas o bien, se dice que es una enfermedad multifactorial; es decir, que existen factores genéticos y ambientales que la desencadenan. Los factores genéticos se refieren a la información que está dentro de la célula y que se almacena en forma de ADN (ácido desoxirribonucleico), cada uno de nosotros hereda la mitad de información genética de nuestra madre y la otra mitad de nuestro padre. Esta información hace que cada uno de nosotros seamos diferentes, por ejemplo castaños, rubios, morenos, lacios y un sin fin de características, pero también esta información genética es responsable de que nuestro sistema inmunológico falle y reconozca a nuestro propio cuerpo como algo extraño y lo ataque.
Otro factor muy importante es el tabaquismo, quizá esta sea la asociación más importante para el desarrollo de la AR de manera ambiental, pero también existen otras asociaciones como la microbiota, que se refiere a los microorganismos que existen en nuestro organismo. Hay indicios de que ciertas bacterias y virus que infectan la boca, el intestino y la piel pueden ocasionar las manifestaciones clínicas de la AR.
¿Qué tratamientos existen para atender la artritis reumatoide?
Como se mencionó, la artritis reumatoide es una enfermedad con un componente genético, por lo tanto hasta el momento no podemos curarla a menos que cambiemos nuestros genes. Existe una rama de la ciencia llamada terapia génica que busca cambiar la expresión de los genes para curar las enfermedades, y aunque existen avances significativos, hasta el día de hoy no es posible una terapia de este tipo para la AR u otras enfermedades de origen genético.
Dado que la AR es una enfermedad que causa inflamación, los medicamentos se enfocan en evitar que las células del sistema inmune liberen las citocinas inflamatorias, se generen los anticuerpos y se recluten esas células en las articulaciones. Existen medicamentos que se conocen como antiinflamatorios no esteroideos (AINES) como ibuprofeno o el naproxeno sódico, los cuales ayudan a reducir la inflamación y el dolor, sin embargo, no son tratamientos que eviten la progresión de la AR. Otro tipo de medicamentos esteroideos como la prednisona o la dexametasona también reducen la inflamación y el dolor, son un poco más efectivos que los AINES, pero tampoco evitan la progresión de la enfermedad y pueden causar efectos secundarios si se toman por periodos prolongados de tiempo.
Los medicamentos más recomendados para la AR son los conocidos como medicamentos antireumáticos modificadores de la enfermedad (DMARD) los que, además de evitar la inflamación y el dolor, también pueden retrasar el avance de la enfermedad e incluso llegar a eliminar completamente los síntomas, entre ellos el metotrexato, que es el más estudiado, pero en este grupo también se encuentra la leflunomida, la hidroxicloroquina y la sulfasalazina. Una ventaja de este tipo de medicamentos es que todavía pueden llegar a estar al alcance de la población de clase media.
Finalmente dado que la AR no es igual en cada individuo, existen pacientes que no responden al tratamiento con DMARDs, lo que empuja la necesidad de desarrollar otro tipo de medicamentos conocidos como “biológicos”, la mayoría de ellos son anticuerpos, similares a los que genera nuestro cuerpo para atacar a los microorganismos invasores, solo que en este caso evitan que las células del sistema inmune lleven a cabo la comunicación entre ellas y de esta manera obstaculizar su activación. Algunos ejemplos de este tipo de medicamentos que bloquean la señalización del TNF son el etanercept, el adalimumab y el infliximab, otros como el anakinra y el canakinumab bloquean la señalización de la IL-1 y algunos otros como el tocilizumab inhiben la señalización de IL-6. En los últimos años han surgido muchos medicamentos como los mencionados, sin embargo, la mayoría de ellos no están al alcance de la población general ya que sus precios son muy altos.
¿Cómo ayudar a las personas con artritis reumatoide?
Un consejo trascendental es no automedicarse y buscar la atención de un especialista reumatólogo, entre más temprano se trate la enfermedad menor progresión habrá y las secuelas podrían incluso evitarse con un buen manejo. Como se hizo notar es importante también evitar el consumo del tabaco así como mantener un peso corporal adecuado pues debido al dolor muchas personas rehuyen del ejercicio, por eso es fundamental buscar actividades que tengan poco impacto en las articulaciones para que gradualmente se recupere la movilidad: el yoga y la natación son dos ejemplos de prácticas recomendadas. Asimismo, la atención psicológica es otro ingrediente que ayuda tanto a los pacientes como a sus familiares a sobrellevar la carga de la enfermedad.
Es crucial, por tanto, promover la empatía como valor humano ya que, aunque mucha gente en apariencia parece estar sana, los dolores internos a causa de distintas enfermedades, como la AR, pueden ser tan grandes que incapacitan a quien los padece. Sirva este breve texto para difundir, comprender y acaso identificar la artritis reumatoide.
Para más información consulta:
Ángel Fernando Cisneros Caballero, María José Felgueres Planells, Elisa Vela Jarquín y Diana Gómez Martín (2017). “Estrategias terapéuticas para la artritis reumatoide: hacia las terapias biotecnológicas”. Investigación en discapacidad, vol. 6 (2), pp. 69-87, disponible en: https://www.medigraphic.com/pdfs/invdis/ir-2017/ir172d.pdf
Referencias
Scott, D. L., Wolfe, F., y Huizinga, T. W. J. (2010). Rheumatoid arthritis. The Lancet, pp. 1094–1108, disponible en: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(10)60826-4
IMSS (2019). “Atención temprana de artritis reumatoide mejora calidad de vida y reduce probabilidad de daño estructural”, disponible en: http://www.imss.gob.mx/prensa/archivo/201911/482
AMEPAR (s. f.) “Cifras en México [sobre AR]”, disponible en: https://amepar.org.mx/cifras-en-mexico/