Paulina Martínez Puga y Yair Alberto Pérez Pacheco

Universidad Autónoma de Querétaro

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En las ciudades en desarrollo, los espacios públicos cumplen un papel esencial en el bienestar de las comunidades. A medida que la urbe crece y se densifica, la accesibilidad a espacios recreativos se convierte en un factor clave para mantener un estilo de vida saludable, lo que propicia tanto la salud física como mental. 

Este texto plantea que los espacios públicos, en particular los parques, constituyen una herramienta estratégica para promover el bienestar físico, mental y social en contextos urbanos, y que su diseño y gestión deben considerarse parte integral de las políticas públicas de salud y equidad. 

Martínez et al. (2020) definen estos espacios públicos como plazas, parques y calles accesibles al público que contribuyen a mejorar la calidad de vida urbana al ofrecer infraestructura abierta para la práctica de actividades deportivas y de recreación al aire libre. Por su parte, Kuri Ramírez (s.f.) destaca que “los espacios urbanos, históricamente han sido lugares de encuentro, de intercambio y de comunicación, actuando como referentes activos de la vida social, política y cultural”. 

En este contexto, la calidad de vida puede definirse como “un estado de bienestar físico, emocional, social, intelectual y ocupacional, que le permite al individuo satisfacer apropiadamente sus necesidades individuales y colectivas” (Villareal Ángeles, Moncada Jiménez y Ochoa Martínez, 2021). 

Entre los distintos tipos de espacios públicos, los entornos verdes han cobrado especial atención por sus efectos positivos en el bienestar físico y mental. Como señalan Hartig et al. (2014), la exposición a entornos naturales ofrece beneficios claros para la salud: reduce la presión arterial, mejora el estado de ánimo y favorece la recuperación de la fatiga mental. Estos efectos pueden lograrse incluso mediante visitas breves y rutinarias a espacios verdes, lo que refuerza la importancia de garantizar su accesibilidad y calidad en contextos urbanos.

El parque como escenario central de recreación

En particular, el parque “es uno de los escenarios urbanos más reconocidos en lo que concierne a espacios de recreación” (Rivera, 2014), pues ofrecen áreas donde las personas pueden realizar actividades físicas, relajarse y socializar, factores que mejoran su bienestar general. Más allá de su función recreativa, el parque también cumple un papel simbólico como lugar de encuentro y cohesión social dentro del tejido ciudadano.

Esta función adquiere mayor relevancia frente al incremento de enfermedades crónicas asociadas al sedentarismo. La creciente prevalencia de estilos de vida inactivos ha contribuido al aumento de problemas como la obesidad y la hipertensión. Según Mustieles et al. (2023), la falta de espacios adecuados contribuye significativamente a estas condiciones, por lo que el diseño del entorno debe priorizar la creación y accesibilidad de parques que fomenten un estilo de vida activo.

Percepción y uso comunitario de los parques

Además de su potencial físico, la percepción subjetiva de estos espacios también determina su aprovechamiento. Estudios de Cohen et al. (2016) demuestran que la disponibilidad de parques contribuye significativamente al aumento de los niveles de actividad física en la población. Sin embargo, la percepción de los beneficios que el parque aporta al bienestar físico de sus usuarios constituye otro aspecto vital que se debe considerar.  Aunque un segmento considerable de la población reconoce su valor como un lugar en el que puede relajarse y desconectarse de la rutina, no todos lo asocian directamente con la mejora de su salud física; esto podría deberse a la falta de información o a la escasa promoción de las ventajas que ofrece la actividad física regular. Por ello, es necesario promover programas comunitarios y eventos deportivos organizados que incentiven la actividad física como rutina diaria. 

Asimismo, para que los espacios públicos realmente cumplan su función como promotores de salud comunitaria, es esencial considerar la inclusión de grupos vulnerables, como adultos mayores y personas con discapacidad, mediante la adaptación de infraestructuras que respondan a sus necesidades específicas y faciliten su participación activa. 

Esta visión integradora refuerza el papel del espacio público como un bien colectivo y equitativo. En este sentido, Juliao et al. (2023) plantean el uso de parques como un indicador de salud comunitaria, para subrayar la importancia de monitorear su funcionamiento y accesibilidad, y orientar intervenciones urbanas más efectivas.

El espacio público como política de salud urbana

En síntesis, los espacios públicos, especialmente los parques urbanos, desempeñan un papel crucial en el fortalecimiento de la salud física y mental de las poblaciones urbanas, particularmente en ciudades en desarrollo, donde los retos de densificación y desigualdad se hacen cada vez más evidentes. Más allá de facilitar la práctica de actividades recreativas y deportivas, su presencia funciona como un mecanismo preventivo frente al sedentarismo, la obesidad, la hipertensión y otros problemas de salud pública. Asimismo, estos espacios contribuyen a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y fortalecer los vínculos sociales, lo que repercute directamente en el bienestar colectivo.

La evidencia demuestra que, para que estos espacios cumplan su función social y sanitaria, deben ser accesibles, seguros, bien mantenidos y diseñados con criterios de equidad e inclusión, atendiendo a las necesidades específicas de grupos vulnerables, como adultos mayores, niños y personas con discapacidad. A su vez, su impacto positivo se ve fortalecido cuando se acompañan de programas comunitarios, eventos deportivos y campañas informativas que promuevan su uso activo y cotidiano.

En este contexto, es fundamental que las políticas públicas de planeación urbana no solo se orienten a la creación y rehabilitación de estos espacios, sino también a su evaluación continua, utilizando indicadores como el grado de uso efectivo por parte de la comunidad.

Garantizar estos espacios representa una obligación ineludible de las políticas públicas comprometidas con la justicia territorial y el derecho a la ciudad. Invertir en espacios públicos saludables no debe entenderse solo como una mejora estética o recreativa, sino como una acción estratégica clave para garantizar el derecho a la salud, la equidad territorial y la calidad de vida en las ciudades contemporáneas.

Referencias

Cohen, D., McKenzie, T., Sehgal, A., Williamson, S., Golinelli, D. y Lurie, N. (2016). Contribution of public parks to physical activity. American Journal of Public Health, 509-514. https://doi.org/10.2105/AJPH.2005.072447 

Hartig, T., Mitchell, R., de Vries, S.y Frumkin, H. (2014). Nature and health. Annual Review of Public Health, 207-228. https://doi.org/10.1146/annurev-publhealth-032013-182443 

Juliao, C., Sánchez, J. y Reina, J. (2023). Los parques: su uso como indicador de salud y calidad de vida. Retos, 24-33.

Martínez, V., Silva, E. y E., G. (2020). Parques urbanos: un enfoque para su estudio como espacio público. SciELO.

Mustieles, F., Petzold, A. y Schumacher, M. (2023). Ciudades: sedentarismo y obesidad. SciELO.

Ramírez, K. (s.f.). El espacio público: ciudad y ciudadanía. De los conceptos a los problemas de la vida pública local. Espacio público y reconstrucción de la ciudadanía.

Rivera, M. (2014 ). Los parques urbanos como indicadores de calidad de vida, símbolos de bienestar y espacios de uso recreativo: una investigación en Bucaramanga (Colombia) . Universidad y Empresa, 215-237 .

Villareal Ángeles, M., Moncada Jiménez, J. y Ochoa Martínez, P. (2021). Percepción de la calidad de vida del adulto mayor en México. Retos, 480-484.