Ángela Janeth Santamaria Díaz

Erika Cruz Coria

Universidad Autónoma de Occidente

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El turismo en México ocupa un lugar central en la economía nacional, no solo como una fuente importante de divisas, sino también como uno de los principales generadores de empleo. En 2023, el sector turístico representó el 8.6 % del producto interno bruto (PIB) nacional, equivalente a 2 582 001 millones de pesos. Además, se generaron 2.8 millones de empleos directos, lo que implicó un crecimiento del 3.1 % respecto al año anterior (INEGI, 2024). Sin embargo, detrás de estas cifras alentadoras se oculta una realidad preocupante: la alta incidencia de trabajos informales, bajos salarios y una generalizada inestabilidad en el empleo.

La precarización se refiere al proceso por el cual las formas de empleo se vuelven inestables y vulnerables, lo que afecta la seguridad y los derechos de quienes trabajan en el sector turístico. Desde la perspectiva de Ortega (citado por Massi, 2014), la precarización laboral es un fenómeno complejo compuesto por tres dimensiones: la primera, relacionada con la intensificación del trabajo físico y mental en función de las tareas asignadas; la segunda, con los esquemas contractuales y la desprotección de las personas trabajadoras; y la tercera, con el deterioro progresivo de los derechos sociales a lo largo del tiempo. 

En el informe Tourism Trends and Policies 2024 elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se menciona que “los destinos turísticos desarrollados para atender únicamente las necesidades de los turistas pueden carecer de los servicios comunitarios esenciales necesarios para atraer y retener una fuerza laboral estable” (OCDE, 2024). Asimismo, se afirma que las mujeres constituyen uno de los grupos más afectados por el proceso de precarización laboral en las sociedades actuales, ya que su incorporación al mercado de trabajo suele ir acompañada de diversas formas de vulnerabilidad profesional y personal. 

De acuerdo con el Informe mundial sobre las mujeres en el turismo (OMT, 2019), el 54 % de las personas empleadas en el sector son mujeres. Sin embargo, los puestos que ellas ocupan en el turismo a nivel global presentan problemáticas relevantes, tales como: segregación ocupacional por género, bajo nivel de representación en cargos directivos y ejecutivos, riesgos de la violencia de género y estereotipos presentes en la estructura ocupacional de las organizaciones. A pesar de ello, el empleo femenino en esta actividad se caracteriza por enfrentar la estacionalidad, la precariedad laboral, salarios bajos y carencias formativas (Martínez-Gayo y Martínez, 2020). 

En este contexto, consideramos importante profundizar en algunas de las manifestaciones de la precariedad laboral que enfrentan las mujeres en el sector turístico. Se entiende que dichas condiciones dependen de la naturaleza del trabajo, del tipo de puesto, del giro y tamaño de las organizaciones, pero también de otras características como el nivel educativo, el género, la edad e incluso la raza, las cuales pueden ser determinantes en la precariedad laboral que experimentan las mujeres en este sector. 

La estacionalidad del empleo en el turismo

La distribución de la demanda turística a lo largo del año está estrechamente vinculada con la estacionalidad ocupacional y la flexibilidad laboral de quienes participan en la producción de servicios en los diferentes sectores del turismo. Las fluctuaciones en la demanda generan, en definitiva, empleos temporales y, por tanto, formas de trabajo inestables (Baum, 2015). 

La estacionalidad de los empleos en el turismo está directamente relacionada con contratos de trabajo precarios de corta duración, lo que implica que muchas mujeres recurran a vínculos informales de trabajo en el propio sector (como la venta de artesanías o alimentos en la calle en la vía pública) o fuera de él, en empleos de baja preparación profesional, reproducen roles y estereotipos de género, y se organizan según esquemas de estacionalidad similares a los del sector turístico (venta por catálogo, limpieza de casas, cuidado de personas, entre otros). Por ejemplo, es común que los hoteles mantengan una plantilla fija de camaristas, mientras que durante las temporadas altas contratan temporalmente a otras mujeres para realizar labores de limpieza en las habitaciones.

La segregación laboral 

En cuanto al entorno laboral, existen diferencias notables entre los puestos altamente calificados y formalizados conforme a la ley, y aquellos caracterizados por una marcada precariedad. Hjalager y Andersen (2001) destacan que “el empleo en el turismo abarca una gama extremadamente diversa de ocupaciones, desde puestos altamente profesionalizados en gestión y planificación hasta trabajos de baja remuneración y alta rotación, como camareras y personal de limpieza” (p. 120). Esto convierte al turismo en un sector de alta movilidad laboral, pero también con problemas estructurales en materia de seguridad social y estabilidad en el trabajo. 

Es recurrente que los puestos que ocupan las mujeres en hoteles, restaurantes y emprendimientos ecoturísticos estén vinculados a tareas de cuidado, en las que se reconocen “habilidades” subvaloradas y frecuentemente invisibilizadas. Sus capacidades en la preparación de alimentos o en la realización de labores de limpieza en cocinas son altamente demandadas por las organizaciones turísticas, aunque no necesariamente valoradas ni compensadas de forma equitativa, ya sea mediante mejores salarios, horarios compatibles con el trabajo de cuidados o entornos laborales dignos (Cruz y Larios, 2024). 

Esta segregación en actividades operativas genera una marcada concentración de mujeres en tareas tradicionalmente consideradas “femeninas” como lavar, limpiar, cuidar, entre otras, las cuales están mal remuneradas, son físicamente exigentes y mentalmente desgastantes y ofrecen escasas oportunidades de promoción o reconocimiento de otras habilidades. Aquellas mujeres con posibilidades para acceder a puestos de gestión o cargos gerenciales se ven limitadas por la segregación vertical. Detrás de estas posiciones se construye un “techo de cristal”, conformado por un entramado de obstáculos invisibles ―como los roles y estereotipos de género― que impiden su acceso a espacios de liderazgo o toma de decisiones dentro de las organizaciones (Camarena, 2018).

La sobrecarga de trabajo y la conciliación laboral-familiar

Las mujeres que trabajan en este sector suelen dividir su tiempo entre el trabajo de cuidados hacia sus familias y sus responsabilidades laborales. La exigencia de largas jornadas y la inestabilidad de los turnos son características comunes del empleo turístico. Estos factores dificultan aún más la conciliación laboral-familiar, que se ve subordinada a las dinámicas del flujo turístico, a las temporalidades vacacionales y, en general, a los patrones de descanso de quienes visitan los destinos. Así, los horarios extensos o irregulares son solo algunas de las circunstancias que enfrentan las mujeres en este sector. Esto no solo las coloca en una situación de sobrecarga física y mental, sino que también les priva del tiempo necesario para su propio descanso y para el disfrute con sus redes afectivas. 

Las limitadas posibilidades de conciliación laboral-familiar para las mujeres en el sector turístico tienen repercusiones no solo en su bienestar personal, sino también en el desarrollo de sus familias. El tiempo restringido que pueden dedicarles ―debido a las extensas jornadas laborales y a la presión inherente al trabajo turístico― genera un ciclo de estrés y agotamiento que perpetúa las desigualdades de género en el ámbito doméstico (Huerta-Vargas, 2023). 

Conclusiones

Respecto a las condiciones laborales en el sector turístico, las mujeres trabajadoras enfrentan una marcada precarización debido a las dinámicas propias de los subsectores en los que laboran como hoteles, restaurantes o como guías de turismo. La flexibilidad y la temporalidad son formas visibles de esta precariedad, pero también influyen factores estructurales como los contratos parciales, los bajos salarios y la escasa posibilidad de crecimiento profesional. Este panorama no solo compromete su estabilidad económica, sino que también las coloca en una situación de vulnerabilidad física y social, lo que limita su desarrollo integral.

Las dinámicas laborales en el sector turístico también dificultan seriamente la conciliación entre la vida laboral y familiar, lo que agrava la desigualdad de género. La sobrecarga de trabajo, los horarios irregulares y la estacionalidad del empleo imponen una doble jornada a las mujeres. Además, la segregación ocupacional, el "techo de cristal" y la ausencia de políticas de cuidado perpetúan un sistema que subvalora su aporte, desgastándolas tanto en el ámbito productivo como en el reproductivo.

Seguir tolerando la precariedad que enfrentan miles de mujeres en el turismo no es una omisión, sino una forma activa de violencia estructural. No se trata solo de empleos mal pagados o jornadas extensas, sino de vidas que se desgastan sistemáticamente para sostener un sector que invisibiliza su contribución. Si el turismo continúa creciendo sobre los hombros de mujeres explotadas, mal remuneradas y excluidas de la toma de decisiones, entonces ese crecimiento no representa desarrollo, sino explotación disfrazada de oportunidad.

Referencias 

Baum, T. (2015). Human resource management for tourism, hospitality and leisure: An international perspective. Cengage Learning EMEA.

Camarena, M. (2018). Techo de cristal en el turismo: Barreras invisibles en el acceso de las mujeres a cargos directivos. Revista Latinoamericana de Estudios de Género, 10(2), 45-62.

Cruz, E. y Larios, A. (2024). Segregación ocupacional: roles y estereotipos de género en hoteles de la Zona Dorada de Mazatlán, México. Dimensiones Turísticas, 8, 1-29. https://doi.org/10.47557/AORE7421

Hjalager, A. M. y Andersen, S. (2001). Tourism employment: Contingent work or professional career? Employee Relations, 23(2), 115-129. https://doi.org/10.1108/01425450110384165

Huerta-Vargas, A. (2023). Factores que intervienen en la conciliación familia-empleo de las mujeres que laboran en el sector turístico en México. https://ru.iiec.unam.mx/6606/1/24-%20077-Huerta-Vargas.pdf

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI]. (2024). Cuenta satélite de Turismo en México (CSTM) 2023. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2024/CSTM/CSTM2023.pdf

Martínez-Gayo, G. y Martínez, V. (2020). Precariedad laboral en el turismo español bajo la perspectiva de género. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 18 (4), 649-665. https://doi.org/10.25145/j.pasos.2020.18.046

Massi, M. (2014). Precariedad laboral: teorías y dimensiones. Editorial Académica Española.

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE]. (2024). Tourism Trends and Policies 2024. Organization for Economic Co-operation and Development. https://www.oecd.org/cfe/tourism/oecd-tourism-trends-and-policies.htm

Organización Mundial del Turismo [OMT]. (2019). Informe mundial sobre las mujeres en el turismo. https://doi.org/10.18111/9789284422753