Las vacunas se producen por medio de diversos procesos. Pueden contener virus vivos o atenuados que proporcionan inmunidad a humanos y animales. No obstante, no existen vacunas para todos los virus porque algunas cepas cambian continuamente.

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En primer lugar, ¿por qué los coronavirus llevan este nombre? A mediados del siglo pasado, cuando los primeros coronavirus fueron identificados mediante microscopio electrónico de transmisión, los investigadores observaron una serie de proteínas de forma puntiaguda rodeando al virus otorgándole una silueta parecida a las coronas, de esta forma esta característica estructural les otorgó el nombre por todos conocido. Las proteínas que se encuentran en la superficie de los virus en algunos casos son determinantes para elaborar vacunas.

Para que nuestro sistema inmunológico pueda defendernos de un agente externo, potencialmente peligroso, es crucial que el mismo sistema pueda reconocerlo en primer lugar, si no lo reconoce la respuesta inmune específica no se activa.

Los virus y bacterias durante millones de años han desarrollado estrategias para evadir la respuesta inmune del organismo, por ejemplo, algunos de ellos contienen proteínas que inhiben el sistema inmunológico, o bien, contienen otras sustancias que ‘confunden’ al sistema.

Dentro de las estrategias más interesantes, sin duda, se encuentra la que siguen los virus responsables del resfriado común. Los humanos nunca nos enfermamos del mismo virus de gripe, siempre son cepas distintas porque las partículas infecciosas son capaces de acelerar su velocidad de mutación a un ritmo tal que siempre se están creando cepas nuevas.

Supongamos que cinco personas se contagian de gripe común dentro de una oficina; el virus, cuando genera sus miles de copias, crea de manera intencional algunas con ligeras diferencias (mutaciones), de esta forma el contagiado número tres llega a su casa y al propagar el virus, este virus será ligeramente diferente al virus que inicialmente contrajo en la oficina.

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A pesar de que los síntomas sean similares, se trata de una nueva cepa. Después de un fin de semana, este contagiado regresa a la oficina, pensemos que los cuatro contagiados originales han superado la enfermedad, pero nuestro contagiado aún no. Él vuelve a estornudar y todos enferman de nuevo con la nueva cepa. ¿Por qué sucede esto? Porque los cuatro contagiados originales restantes sí cuentan con anticuerpos para la cepa original, pero no para nuestra nueva cepa mutante.

La fabricación de anticuerpos se da de manera natural, pero cuando nos enfrentamos a una enfermedad con altos índices de mortalidad debemos recurrir a las vacunas.

Vacunas

  • Se conoce como vacuna a toda aquella preparación producida con toxinas o con fragmentos de bacterias, virus atenuados o muertos (antígenos), que al ser introducida en humanos (y animales) pueden producir inmunidad activa y duradera contra una enfermedad, preparando al cuerpo mediante la producción de defensas que le permitan identificar nuevamente las toxinas, bacterias y virus con rapidez.
  • Es conocimiento de todos que aún no existe vacuna contra el VIH, sin embargo, sí existe vacuna para el sarampión, las paperas y la rubeola (vacuna conocida como triple viral).

No existen vacunas contra todos los virus

A pesar del nivel de conocimientos epidemiológicos, moleculares y farmacológicos que tenemos hoy en día, si las vacunas propuestas no superan alguna de las fases del modelo animal o del ensayo clínico, los investigadores deben iniciar desde el principio nuevamente. La cantidad de factores a considerar para que no existan vacunas para todos los virus es inmensa puesto que la vacuna no solo debe atacar el virus, sino que debe ser segura para los seres humanos.

Tipos de vacunas

  • Vacunas con virus vivos: utilizan virus debilitados (atenuados). Este tipo de vacuna provoca una respuesta inmunitaria sin causar la enfermedad. Ejemplos: sarampión, paperas y varicela.
  • Vacunas inactivadas: utilizan virus inactivos Este tipo de vacuna causa una respuesta inmunitaria, pero no una infección. Ejemplos: hepatitis A y la rabia.
  • Vacunas modificadas genéticamente: utilizan ARN o ADN recombinante (manipulado), muchas se producen de forma experimental y producen una respuesta inmunitaria directa y específica sin necesidad de inyectar virus atenuados o muertos.

Actualmente, las vacunas con más difusión son las llamadas vacunas de subunidad, cuya efectividad depende principalmente de la elección de las proteínas de los virus que funcionarán como antígenos.

¿Cómo se eligen estas proteínas?

En la mayoría de las ocasiones se eligen proteínas de la envoltura, pero la elección de la proteína correcta es un proceso empírico, es decir, a base de prueba y error. Aunado a lo anterior, además de las proteínas existen otras sustancias conocidas como adyuvantes, los cuales permiten una inducción de la respuesta inmune más fuerte, esta sustancia también es elegida de forma empírica. Posteriormente, se evalúan las condiciones para su producción considerando todos los estándares de calidad establecidos en farmacología.

Una vez que se ha propuesto una combinación que en modelos bioinformáticos estructurales (que parecen funcionar) se prueban en animales, en la mayoría de las ocasiones se utilizan ratones de líneas puras los cuales han sido previamente inoculados con el virus que se desea combatir.

Las velocidades y tipos de respuestas inmunes que se observan en estos ratones nos ayudan a determinar si la vacuna funciona. A esta etapa de las pruebas de fabricación de vacunas se le conoce como modelo animal.

Suponiendo que se encuentra una vacuna que supera las pruebas de modelo animal, ahora viene la parte más ensortijada conocida como ensayo clínico que es cuando se prueba la seguridad y eficacia de la vacuna en humanos. Esto sucede en varias fases. Naturalmente, se trata de procesos muy complejos los cuales se resumirán de forma breve a continuación.

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Fases del ensayo clínico

1. Un grupo pequeño de personas recibe una dosis baja de la vacuna, se observan las reacciones de todos los órganos del cuerpo puesto que el objetivo es identificar niveles de toxicidad que pudieran presentarse. En esta fase todos los estudios son controlados.

2. A un grupo mayor de personas se le administran distintas cantidades de dosis del tratamiento para analizar la eficacia y la seguridad relativa. En esta etapa todos los estudios son controlados.

3. En esta fase se pretende obtener información adicional de la eficacia para aplicaciones específicas, así como datos profundos sobre los efectos adversos de la vacuna. Incluye estudios controlados y no controlados.

4. Una vez que se han obtenido resultados positivos en las tres fases anteriores, la vacuna debe aprobarse por parte de organismos nacionales e internacionales, quienes finalmente determinan si su comercialización es viable. En esta última parte estos organismos vuelven a realizar de manera independiente estudios relacionados con la eficacia y seguridad de la vacuna.

Se trata de un proceso muy complicado en el cual intervienen muchas situaciones de por medio, las cuales requieren de tiempos particulares que pueden durar años y que no se pueden acelerar puesto que deben realizarse de forma obligatoria.

SARS-CoV-2

Actores públicos y privados mediante alianzas estratégicas y redes de investigación han colaborado para obtener la mayor cantidad de datos que garanticen el descubrimiento de una vacuna contra el SARS-CoV-2 segura.

Un conocimiento detallado de la biología del patógeno, la estructura de sus proteínas y las características clínicas de la enfermedad asociada influyen de manera decisiva en el éxito de la vacuna. En casos como el que nos ocupa, en el que el adversario al que nos enfrentamos es nuevo, estudios previos sobre virus similares son fundamentales.

Vacunas contra la COVID-19

  • Pfizer 94 % de eficacia
  • Moderna 94.1 % de eficacia
  • Sputnik V 91.8 % de eficacia
  • AstraZeneca 90 % de eficacia
  • Johnson & Johnson 72 % de eficacia
  • Cansino 65.7 % de eficacia
  • Sinovac 50 % de eficacia